“La meditación genera cambios estructurales y funcionales en el cerebro”

Doctor en Neurología, experto en alzhéimer a nivel mundial y defensor de la meditación, José Luis Molinuevo intervino el viernes 13/04/2018 a las 19.30 horas en el Instituto de Psicología Integral Baraka de Donostia.

Ciencia y meditación: parecen conceptos contrapuestos.
Aunque son dos procesos distintos, tienen similitudes y paralelismos. Desde hace unos 15-20 años se ha empezado a aplicar el método científico para entender los potenciales beneficios y cambios que genera la práctica de la meditación en el cerebro. La ciencia se ha interesado por la meditación. La gran diferencia entre ciencia y meditación es que el esfuerzo analítico en la meditación se dirige hacia el mundo interior, en vez de hacia el mundo externo, que es lo que hace la ciencia convencional.

¿Cómo llega la meditación a la vida de un neurólogo, experto en alzhéimer?
Tuve un interés muy temprano por la meditación. A los 17 años ya tenía una inquietud que me hizo intentar descubrir el potencial de la meditación como herramienta transformativa y como un camino hacia ser más pleno en el mundo. Aquí no había nada de esto. La gente no sabía ni lo que era la meditación. Mi interés estaba ahí y al final uno va encontrando la vía y los maestros para que te enseñen y formen.

¿Qué potenciales beneficios tiene la meditación para el cerebro?
Van a varios niveles. Las neurociencias en cierta forma se han empezado a interesar. La mera práctica del mindfulness desde la perspectiva más sencilla, que es simplemente enfocando la atención en un punto, en la respiración, genera un efecto relajante inmediato, mente y cuerpo se relajan. Y esto genera efectos a nivel biológico, hay varios estudios que lo demuestran. Desde la perspectiva de la neurociencia se ha visto que la práctica de la meditación genera cambios estructurales y funcionales en el cerebro. Esto no es sorprendente porque sabemos que cualquier actividad mantenida genera plasticidad en el cerebro. Los cambios que ocurren son en áreas que, por una parte, se dedican al control emocional y, por otro, al ejecutivo, a la toma de decisiones.

Y, esto, ¿qué podría significar?
No está demostrado científicamente y es difícil hacerlo, pero podría significar que la práctica de la meditación a largo plazo podría generar cambios en la vivencia emocional y en cómo uno toma las decisiones. Hay un programa de meditación que se llama Cultivar el Equilibrio Emocional, que fue promovido por el Dalai Lama y que está destinado a aplicar técnicas de meditación, lo que ahora se denominada mindfulness, para tener un mayor equilibrio emocional. Aquí sí que se hizo un estudio piloto, que demostró que la aplicación de estas técnicas generaban un mayor equilibrio emocional. La gente era capaz de relacionarse con las emociones de una forma mucho más sana.

 

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¿Se puede introducir el mindfulness en el sistema de salud actual?
Sería precioso. Aplicar la meditación en salud es algo que ahora voy a empezar a hacer, pero son proyectos privados. Yo creo que puede ser útil, porque está demostrado que la práctica de la meditación puede incidir sobre la ansiedad. Si uno está ante una enfermedad que te va a generar ansiedad o depresión, la aplicación de la meditación te puede ayudar a tener una vivencia menos ansiosa de todo el proceso que vas a abordar. Además, formo parte de un equipo de investigación que precisamente se está encargando de intentar demostrar los beneficios de la meditación sobre la ansiedad y otras emociones en gente que está empezando a percibir que su memoria está empeorando. Yo me dedico a la investigación en el campo del alzhéimer, con lo que esto está muy relacionado en cierta forma.

¿Es el alzhéimer uno de los grandes retos de la medicina actual?
Lo es, es un reto a nivel de su tratamiento. Sabemos que cuando los síntomas están presentes, los tratamientos los mejoran, pero en ese momento es imposible revertir el proceso de la enfermedad. Por eso, ahora todos los esfuerzos se están dirigiendo en intentar prevenir la enfermedad y esto ya es un reto. Además, es un reto económico por el coste que puede suponer esta enfermedad con el incremento de personas afectadas que es enorme. Y es un reto a nivel social y emocional para las familias que lo sufren.

La eterna pregunta, de quién cuida al cuidador.
Es un tema crucial. Hace años escribí un libro dirigido al cuidador, Vivir con el Alzhéimer. El amor no se olvida, para intentar ayudarle a enfrentarse a un proceso que es un duelo en vida. La persona enferma va cambiando continuamente y va cambiando la forma en cómo se relaciona con la realidad. Y es que la realidad que generamos depende mucho de cómo estamos, de cómo percibimos y de cómo se integran esas percepciones. En una persona que tiene un cerebro enfermo, que está cambiando, que partes de su cerebro están dejando de funcionar, la forma que se generan esas realidades es distinta.

¿A qué se enfrenta el cuidador?
Cuando la memoria se deja de generar, porque empieza la dificultad en la codificación de nuevas memorias, los pacientes no se acuerdan de lo más inmediato, pero sí del pasado. ¿Qué hace entonces el cerebro? Sustituye esta realidad que no se está grabando por recuerdos del pasado, por tanto, la percepción de la realidad es distinta. Y esto para el cuidador es muy difícil porque le cuesta entenderlo, porque tiene que reinterpretar la realidad a través de la de un cerebro que la interpreta distinta para poder entender lo que esa persona dice.

¿La meditación podría ser una herramienta para esos cuidadores?
Sin duda, estoy convencidísimo. Si la ansiedad puede mejorar a través de la meditación, si nos permite tener un mayor equilibrio emocional, tomar decisiones con una capacidad ejecutiva optimizada y estar mucho más tranquilos y presentes en el proceso de vivir, esto siempre va a ayudar.

Desde el BarcelonaBeta Brain Research Center (BBRC), de la Fundación Pasqual Maragall, está usted centrado en la prevención del alzhéimer. ¿En qué se ha avanzado?
Tenemos en marcha incluso ensayos clínicos de prevención, es decir, tenemos a personas completamente sanas, normales cognitivamente, que por alguno de los biomarcadores sabemos que a nivel biológico hay un riesgo muy alto de que manifiesten un deterioro cognitivo en el futuro.

¿Tiene esperanza de hallar el camino para acabar con esta enfermedad?
La esperanza siempre la tengo, pero es un camino complicado. Tenemos que tener la esperanza y poner el esfuerzo.